¿Y si dejamos de hacer publicidad?

Casi desde mis inicios en esto del mundo del diseño y la publicidad me encontré con un amor por lo que hay detrás de cada diseño «bonito» o publicidad efectiva que mueve las masas, siempre me ha fascinado conocer las ideas de las que parten campañas enteras que logran conmover y hacer reaccionar a la gente hasta el punto de cambiar la forma de pensar e influir a sociedades completas ¿No les parece que es maravilloso? Esa chispa que generó todo un concepto alrededor del cual giran elementos gráficos cuidadosamente seleccionados para transmitir la idea y lograr los objetivos… al menos a mí es de l que más me apasiona del diseño.

Toma algo de tiempo definir el área del diseño en la que uno se quiere especializar y dedicarse de por vida, después de todo es un campo tan amplio que quedarse en un área sería absurdo. De mi parte supe que lo mío eran medios impresos, ese hecho de que mis ideas y conceptos queden tangibles eleva mi pasión y espíritu por el diseño y así es como llegué a la publicidad.

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Odiada por uno, amada por otros, estar en el medio de la publicidad es verdaderamente un gusto adquirido en que se aprende a amar los cortos tiempos de entrega, los desvelos y el estrés, nos llegamos a enamorar del corto tiempo que tenemos para enamorar a los espectadores y crear en ellos reacciones que nos permitan alcanzar los objetivos trazados para la marca, son semanas en que una campaña debe cumplir con los ingredientes exactos para considerarse exitosa y trascender. Realmente es un gran reto que nos pone las cartas sobre la mesa cada vez que hay nueva campaña por lanzar, sabiendo que cada vez que proponemos algo sobrepasamos los límites estéticos y funcionales de la campaña anterior, mejorando con cada proyecto para darnos a conocer como agencia y como diseñadores (Después de todo eso de hacer siempre lo mismo es un suicidio en el medio)

Es en este punto en que debemos detenernos a pensar ¿Por qué hacemos publicidad? Fomentamos el consumismo, saturamos cada vez más los medios y las calles con mensajes que cada vez cuesta más que no sean repetitivos… «Aprovecha», «Gran oferta» y demás frases que nos vemos obligados a utilizar para atraer la atención con colores que psicológicamente funcionan y contribuyen a posicionar los mensajes, pero ¿Qué pasaría si dejáramos de hacer publicidad y pensáramos en crear experiencias? Generaríamos reacciones a través de diseños lo suficientemente bien elaborados como para atraer a través de la estética y la experiencia y no solo a través de un color y un mensaje de «oferta» en el 80% del arte y sí, es cierto, admito que el cliente influye demasiado en esto y es aquí donde entra en juego el concepto del que hablaba al inicio de este post… un diseño o campaña bien fundamentada y estratégicamente elaborada siempre podrá funcionar, porque habrá un por qué detrás de cada ejecución y elemento gráfico que incorpore ¿Tiene sentido verdad?

El truco está en el concepto y en la manera en que se diseña pensando en la estética y no solo en «atraer», si bien es cierto que letras rojas sobre un fondo amarillo funcionan para llamar la atención en puntos de venta, también lo hacen las activaciones de marcas en puntos directos en los que se encuentran nuestros consumidores potenciales mientras están descansando en su zona de confort ¡Y los mensajes que llegan cuando no se los esperan dejan más huella y tienen más posibilidades de funcionar que aquellos que ya saben que verán en un pasillo de supermercado! Es por ello que debemos crear experiencias que haga que las personas busquen más información, prueben los productos, lo cuenten a sus amigos y familiares y ellos mismos retomen dicho ciclo. De esta forma las campañas y acciones que creamos como publicistas logran trascender e ir más allá del tiempo de exposición que tenga realmente en los medios y nosotros mismos estaremos un paso adelante de lo que se tiene entendido por «publicidad» al mismo tiempo que educamos al cliente (lo cual es una verdadera bendición).

No tiene que ser rojo, amarillo o grande para que el público lo note, debe ser impactante, memorable y funcional, así de simple, porque logrando estos ingredientes obtenemos la atracción, funcionalidad e influencia de la campaña para generar reacciones y todo de una forma mucho más sólida que lo que habríamos alcanzado utilizando elementos gráficos que todo el mundo sabe que atraen y por lo tanto todos lo utilizan, vayamos más allá.

Rompamos los esquemas, tracemos nuevos límites y luego alcancémoslos, eduquemos al cliente y atrevámonos a dejar de hacer publicidad de una vez por todas para empezar a crear experiencias que la sociedad quiera vivir y compartir. Si logramos esto definitivamente estaremos un paso adelante de lo que se cree que es la publicidad, es cuestión de atrevernos y una vez damos el paso no detenernos.

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